miércoles, marzo 14, 2007

El orgullo de la nada

Solía ser alguien con orgullo y amor propio. Sabía que todo estaba al alcance de mi mano, solo tenía que alargarla para coger lo que quisiera, con más o menos esfuerzo, simplemente confiaba en que así sería. Todo me resultaba fácil. Estudiar, trabajar, rendir más que los demás, ser más gracioso o mas atlético, saber más, siempre saber más, saber hasta ser un repelente y adorable sabelotodo. Logré cuanto dependía de mí. Lo logré.
Deje de ser alguien con orgullo y amor propio. No sabía que no todo puede ser en esta vida, que si alguien no te quiere, por mucho empeño que pongas, simplemente no puede ser. Todo cambió un día. Enamorarse, ser feliz, dar felicidad a quien amas, conseguir ser deseado o querido o amado por quien quieres, amado hasta la médula, hasta ser algo profundo y adorablemente inseparable de uno mismo. No logré nada. Nada.
Y ahora soy un yonqui de mi propia pena que apenas sabe más que lamentarse.

1 comentarios:

Blogger susej ha dicho...

Bueno, todo pasa.
Y cuando cicatricen las heridas la pena sólo será un recuerdo.

10:40 p. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio